No se parecen en casi nada, pero la vida política les ha marcado un mismo anhelo de crear un único frente común en la izquierda. Yolanda Díaz lidera un nuevo espacio cuyo futuro aún está por definir y Anne Hidalgo confía en devolver a su partido socialista la gloria pasada.
A río revuelto, ganancia de pescadores. Bien lo saben Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda de España, y Anne Hidalgo, alcaldesa de París y candidata socialista a las presidenciales francesas el próximo mes de abril. Son mujeres de carácter muy dispar, pero comparten la ambición común de aglutinar en sus respectivos países a una izquierda fragmentada, confusa y ansiosa de alguien capaz de dar la vuelta al juego. Emanan capacidad de liderazgo y son carismáticas, pero ¿será suficiente?
La vicepresidenta española ha ido afinando su presencia física hasta lograr una apariencia glamourosa. Controla la dinámica política, maneja el arte de la seducción apelando a las emociones y contrarresta su seguridad en sí misma echándole una pizca de timidez, patente en su tono y su postura persistentemente cabizbaja.
SU CARTA DE PRESENTACIÓN
Con su nuevo proyecto busca aglutinar a las fuerzas políticas que están a la izquierda del PSOE. Gana en la distancia corta, en el aspecto sutil, y esta será una magnífica baza cuando emprenda esa gira de primavera que la llevará a todas las regiones de España, casi puerta por puerta, para escuchar, captar apoyos y medir fuerzas. Una vez finalizada, decidirá si se presenta a las elecciones.
Anne Hidalgo, alcaldesa de París y candidata socialista en las próximas elecciones generales de abril, transmite al ciudadano el sentimiento de que se ha esforzado por él. Es gaditana, aunque enseguida sus padres emigraron a la ciudad de Lyon. En 2014 se convirtió en la primera mujer e inmigrante en ocupar el sillón del ayuntamiento parisino.
Es locuaz, habla un andaluz afrancesado y es fiel al eterno petite robe (vestidito) estilo Chanel. No puede evitar cargar con alguno de los atributos del país más estereotipado del mundo, como su terquedad, aunque bien podría traducirse en una confianza natural en sí misma.
La izquierda francesa echó por tierra su propuesta de primarias entre candidatos progresistas con la idea de presentar un único aspirante presidencial y ahora le toca medrar entre sueños rotos. Todo indica que será difícil desarmarla.
RETOS Y POSIBILIDADES
Una y otra blanden desafiantes la bandera de la izquierda y se han ido abriendo camino en el poder. Ahora tienen en sus manos dar a la izquierda mediterránea acento puramente femenino. ¿Son reales sus expectativas? Veamos qué opinan los expertos.
Pedro Riera Sagrera, profesor de ciencia política en la Universidad Carlos III de Madrid y experto en comportamiento electoral e ingeniería institucional, avanza que, en general, «las mujeres pueden ser percibidas en política como personas más capaces para llegar a acuerdos y esto es un valor en alza cuando nos enfrentamos a un escenario de fragmentación partidista, minorías parlamentarias y gobiernos de coalición».
LAS BAZAS DE YOLANDA DÍAZ
Es un rasgo que él destaca en Díaz: su capacidad negociadora, que ha demostrado llegando a acuerdos tanto con la CEOE como con los sindicatos. «Es una característica muy interesante para ella, dada su condición de ministra de Trabajo, pero sobre todo al formar parte de un gobierno de coalición». Por otra parte, considera que parte con una ventaja: «Unidas Podemos tiene dificultades para atraer el voto femenino. Tener a una mujer precisamente al frente de sus candidaturas puede contribuir a contrarrestar ese efecto».
En su opinión, se las percibe como políticas capaces, que saben solucionar los problemas de los ciudadanos. «Es una cosa», dice, «que se valora y que en otro tiempo jugaba en contra de las mujeres, que eran percibidas como menos competentes en política». Una y otra han desempeñado importantes cargos de responsabilidad con relativo éxito, según detalla, y esto aumenta su imagen de gestoras competentes. «Cabría considerarlas a las dos como veteranas de la política y esta experiencia podría ser en principio muy positiva».
UN ESTILO DE CAMPAÑA
Para Aleix Sanmartín, estratega y consultor político, Díaz e Hidalgo comparten una voluntad hegemonizante: «Ambas persiguen constituir proyectos para amplias mayorías del electorado, sin adoptar una estrategia de búsqueda del centro político, sino identitaria y desde la coherencia ideológica y programática».
Parten, según dice, de unos principios y valores y establecen una narrativa que antagoniza con el adversario. «Es una estrategia populista -en el sentido de la teoría política, no como se utiliza de manera coloquial- muy poderosa que es usada en la actualidad por la mayoría de los líderes mundiales».
El liderazgo, su feminismo, sus estrategias discursivas de carácter identitario y populista permiten, según Sanmartín, una gran atracción entre sus votantes naturales. La dificultad, por tanto, no estaría en ellas. «El problema que tienen las dos», admite Riera, «es que la marca (el partido) que tienen detrás está muy desgastada. Esto hace que su posible atractivo electoral quede muy lastrado. Es especialmente interesante el caso de Hidalgo, porque en un sistema semipresidencialista como el francés, los partidos deberían importar menos. Pero no lo hacen».
DIFERENCIAS ENTRE DÍAZ E HIDALGO
En el caso de Díaz, Sanmartín opina que necesitará movilizar al electorado desencantado con Podemos. «Para ello debe construir una narrativa que genere una identidad política que aglutine y atraiga al voto y eso se hace estableciendo una frontera discursiva que delimite claramente quiénes son ellos y quiénes somos nosotros».
En cuanto a Hidalgo, piensa que su principal obstáculo es la profunda división de la izquierda francesa. «Su estrategia inicial de proponer o sugerir unas primarias entre todos los candidatos de izquierda para la conformación de un proyecto político unitario, frente a los demás partidos conservadores y ultraconservadores, fue estratégicamente interesante. La alternativa a eso era una atomización de las opciones y de las ofertas de izquierda y, en un sistema presidencialista de las dos vueltas, era una condena total al fracaso de la izquierda y la seguridad de que ningún candidato pasaría. Como idea estaba bien, pero no prosperó y complicó mucho la estrategia de posicionamiento de Anne Hidalgo».
CON LA MIRADA EN UCRANIA
No obstante, la alcaldesa parisina cuenta con un nivel privilegiado de conocimiento al ser parte del partido francés que en algún momento fue el más importante del país. «Sin embargo», añade Sanmartín, «su intención de voto es mínima. No llega al 5% y esto dificulta la viabilidad política de sus posibilidades reales como candidata. Tiene poco en común con la estrategia de Yolanda, porque esta sí aglutina a todo lo que está a la izquierda del PSOE. Por otro lado, tiene una estrategia antagonista con respecto a la derecha que le puede permitir atraer, como hizo Pablo Iglesias, a capas del electorado importantes».
Es algo que permite un sistema parlamentario y no un sistema presidencialista como el francés. A pesar de todo, Hidalgo está convencida de que aún podría dar ese impulso que saque a la izquierda del fondo de su abismo, por encima de su atomización y la poca disposición desde este flanco a ceder espacios políticos.
Por su parte, Riera concluye sus reflexiones recordando que, en Francia, si bien hay una gran tradición de candidatas a la presidencia -Ségolène Royal, Marine Le Pen y ahora Hidalgo-, nunca ninguna ha conseguido ganar. Y añade un matiz más: «Ojo al hecho de que en un contexto bélico puede haber cierta preferencia por los líderes masculinos».
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