Hay quien piensa que en la era de las nuevas tecnologías las campañas electorales ya no son necesarias y que incluso significan desperdiciar abono y dinero en esperanzas. No es el caso de Aleix Sanmartín, quien decidió aceptar el reto profesional de dirigir la campaña electoral del PP del 2 de diciembre cuando se lo propusieron, pese a que fue compañero de Ejecutiva en las Juventudes Socialistas de Susana Díaz, la candidata del PSOE-A. Creía que había «serias opciones» de abrir la puerta a un cambio que no llegaba y ahora echa la vista atrás para valorar el trabajo desplegado por los distintos partidos.
No duda en aseverar que la campaña de Susana Díaz fue «errónea desde el punto de vista estratégico de cuáles eran los objetivos y cuál el mensaje». A su juicio, la equivocación fue de arrancada, «desde la convocatoria» de unos comicios que debería haber hecho coincidir con «las elecciones generales». A lo que siguió el «centrar todo en el hiperliderazgo de la candidata hasta el extremo de quitar el propio logo del partido». «Ella asumió la representación del partido, del Gobierno andaluz y de la campaña, hasta el punto de que se permitía contestar preguntas acerca de la actualidad política y administrativa de la Junta haciendo referencia a su estado personal de ánimo con afirmaciones como ‘yo estoy feliz’, ‘yo estoy contenta’, ‘a mí la gente me dice’», desgrana el experto a LA RAZÓN. Considera además que la «soberbia» llevó a los socialistas a «despreciar absolutamente lo que era la contienda y a entender, al viejo estilo del PRI –un partido mexicano que se mantuvo en el poder durante seis décadas– que la elección era un mero trámite, que ya estaba todo decidido y que, por lo tanto, ella sólo tenía que gestionar el poselectoral». En definitiva, que el PSOE desplegó «una campaña absolutamente mal planteada en la que ella entra como la líder indiscutible de Andalucía y sale como la gran derrotada. Se ha visto claramente que los votantes socialistas la rechazaban y no es la primera vez que le dan la espalda, hace dos años en las primarias le dijeron que no se sentían identificados con ella», recuerda. Para Sanmartín, «la abstención que ha habido –más del 40% de los andaluces se quedaron en casa– no es casual, es militante, de votantes socialistas que con ella no se sienten representados y que rechazan su hiperliderazgo». «Y habrá que ver cuántos votos nulos hubo con su papeleta tachada», remata.
La campaña de Adelante Andalucía tampoco escapa a su crítica afilada. «Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo desafiaron a la dirección nacional de Podemos, a Pablo Iglesias, y crearon una nueva formación que pretendía significarse como el cambio, como dicen ellos en términos ‘gramscianos’ a través de un nuevo sujeto histórico andaluz; pero cayeron en la contradicción de decir que, en caso de duda, iban a seguir manteniendo a Susana en el Gobierno», expone. Esa discordancia, «es tan fuerte», cose, «que hace que salgan derrotados de la contienda porque los votantes de izquierda no querían a Díaz, por lo que la gente se fue a Pacma u otros partidos diferentes».
Por lo que respecta a Ciudadanos (Cs), su plan estuvo «bien» armado al «hablar del cambio que querían liderar», aunque «traían un problema de raíz: pretender ser la alternativa cuando fueron el sostén del Gobierno socialista más de tres años». «Además hay que tener en cuenta –engarza– que Cs se presentó a las elecciones de 2015 con el eslogan del cambio, diciendo que no iban a investir a Díaz y tardaron quince minutos en hacerlo, con lo que su credibilidad en torno a ser un agente» para lograrlo ahora «estaba muy en entredicho». Y ahí radica, a su entender, «el éxito de la campaña del PP» que ideó, en identificar los comicios del 2D con «un referéndum acerca de la permanencia o no del PSOE en la Junta, de 40 años de socialismo», para defender luego que los populares eran «la única garantía» de su desalojo. Con esas banderas han evitado el temido «sorpasso» de Cs y han logrado que, «a pesar de que ha entrado un nuevo actor político por la derecha con 12 diputados –Vox–, Juanma Moreno siga siendo el líder» en esa zona del espectro político, así como que el PP se mantenga como «la segunda formación más votada» en la comunidad. «Algo habrá hecho bien para que entre derrotado a la elección y salga como presidente de la Junta», desliza. En ese punto, Sanmartín se revuelve contra el grosor de algunas críticas por acciones como pedir el voto a una vaca o colgar en las redes una imagen de las familias de Moreno y del líder del PP, Pablo Casado, cenando en un McDonald’s. Considera que «ha habido una voluntad clara de intentar ridiculizar a Juanma por parte de sectores interesados», dado que «la realidad es que a comer a un McDonald’s van todos los andaluces con sus familias y no era nada denigrante». Aunque, por otro lado, el que los rivales pusieran el foco en esas «anécdotas», tal vez les vino bien porque les impidió ver «la buena campaña que se estaba haciendo», a «ras del suelo, telefoneando a ciudadanos o reuniéndose en sus casas», con «comunicación bidireccional» y «publicidad segmentada, con un mensaje distinto en cada tipo de medio». Así la «sorpresa» que se llevaron la noche del 2D «muchos analistas que ya habían anunciado la muerte de Juanma». Para él no lo fue por lo explicado. Palabra de gurú.
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